lunes, 31 de agosto de 2009

Lo que hay que hacer pa' tragar

Sí, cuando lo vi, no pude evitar pensar que algún productor le había jugado una pesadísima broma y ella se la tragó enterita... "sí, mira, te ponemos uñas así como de mujer-loba y así de que ponemos una toma de la luna acá bien chida y...".
De otra forma, no concibo el hecho de ver a alguien imitando TANTO el look -asqueroso y vulgar, por cierto- de Beyoncee, con todo y el burdo aullido -interpretado por ella misma- y moviéndose al estilo del "paso del robot" como si le estuvieran dando ataques epilépticos, pero sin duda lo mejor peor es cuando, para presumir sus costillas que tienen vida propia, imita el festejo del "Gusano" Nápoles:

Ehmmm... no tienen que ver todo el video, si quieren nada más hasta el 1-0.

miércoles, 26 de agosto de 2009

La edecán de la Corona. Segunda parte

Aquel día recibí una llamada de un tal Víctor no sé qué. Decía ser de la Policía Ministerial de Tamaulipas, e insistía hablar conmigo. Me llamó por mi nombre y el puesto que ocupaba en la empresa. Más raro aún era que la llamada hubiese pasado directamente hasta mi extensión, cuando las recepcionistas lo tenían estrictamente prohibido... y no era que fuese yo una especie de Carlos Slim o Felipe Calderón, sino que eran las políticas de la empresa: "no pasen llamadas directas a los guapetones".
Hablé con el pelao' (un tanto asustado, lo admito), quien insistía en entrevistarse conmigo, supuesto encargado de la organización de eventos en la cervecería, para platicar con respecto a un robo que había ocurrido hace poco en una tienda de electrónicos, donde se encontraba involucrada una "edecán de la Corona"... le dije que la Corona no tiene departamento de edecanes, que son subcontratadas, y que yo no organizaba los eventos, que nada más me gustaba ir para ver a qué edecán me ligo, y no le pareció tan gracioso como a mí. Ya más serio, le comenté que mi labor se limitaba a la publicidad, y que los eventos los hacía otra susodicha, y fue así como pasé la papa caliente a otro departamento.
Por supuesto que fui directamente con el Abogado de la empresa y le comenté todo para que investigara entre sus contactos... al cabo de varios minutos dijo que no existía ningún Víctor en la Policía Ministerial. Acudí con las recepcionistas, para decirles que no me volvieran a transferir llamadas anónimas a mi extensión, pero ellas dijeron que el mentado poli les dijo mi nombre completo, puesto y departamento. Casi me hago pipí.
Ese día había demasiado trabajo por hacer, y salí tarde a mi hora de comida. Al regresar (tarde, también), una amiga me comentó que al salir, había un coche compacto con dos monos en él, quienes le detuvieron el paso y le preguntaron por mí, por mi coche y mi horario de salida. Casi me hago pipí otra vez.
Hablé a la caseta de vigilancia, y los compadres me dijeron que, en efecto, un señor en un coche compacto había preguntado por mí, porque le urgía platicar conmigo con respecto a un asunto privado. Bendije por primera vez el hecho de haber salido más tarde que de costumbre, no sin antes casi volver a hacerme pipí.
Al cabo de un par de horas, ya media agencia decía que andaban buscándome unos Judiciales para partirme mi mandarina en gajos... como buen teléfono descompuesto.
Finalmente, gracias a unos buenos contactos, se me informó de la situación: una edecán de las que se contrataron para los eventos de Semana Santa, se había robado una computadora... cuando la descubrieron y la pusieron bajo investigación, ella mencionó haberla comprado y tener "gente importante de testigos", dando para ello mi nombre y mi información laboral.
Les dije que la relación con ella fue meramente "profesional" y que yo no sabía nada de ninguna computadora. Desde entonces no sé absolutamente nada de ella, y afortunadamente ya no me busca ningún policía pendejo.
Ah, y también mi vejiga está contenta.

lunes, 17 de agosto de 2009

La edecán de la Corona

La semana pasada algo llamó mi atención mientras estaba en mi escritorio, con vista a la avenida principal de mi pueblo-chico-infierno-grande.

Se realizaría la Nauticopa en Tampico, evento esperado por meses por una buena cantidad de gente, entre ellos patrocinadores, quienes precisamente fueron los que armaron la caravana de lanchas motonáuticas por la avenida Hidalgo ese viernes, con música, edecanes, ruido, edecanes, botargas, edecanes, regalos, y edecanes. Sobra decir qué es lo que más llama la atención en dichas caravanas, gracias a uno de los patrocinadores principales: la cerveza mexicana de mayor venta en el mundo. Debo reconocer, a 10 meses de haber salido de dicha empresa, que han mejorado bastante la calidad en la selección del atractivo visual; sin embargo, sí noté la ausencia de aquella linda y esbelta rubia de ojos azules, quien resultó ser la más solicitada, admirada (y envidiada) durante varios meses, en todos los eventos que en la cervecera organizábamos.

A finales de febrero de 2008, a mi ahora ex-novia se le ocurrió que necesitaba tiempo para pensar en no sé qué cosas, y yo, con más temor que convicción, acepté; marzo sería (y lo fue) un mes en donde la carga de trabajo me dejaría pensar en el asunto solamente el 10% de mi tiempo.

Semana Santa en Tampico es sinónimo de playa, diversión, alcohol, bikinis, fiesta, conciertos y todas esas cosas que Doña Lucha dice son del diablo. Pero cuando trabajas en una cervecería, tienes que asociarte un poquito con el diablo, porque todas esas cosas te salen gratis. Además, Doña Lucha ni se entera.

Así que me tocó andar en el mitote durante un poco más de dos semanas, tiempo suficiente para conocer a esa linda y esbelta rubia de ojos azules, y por supuesto, para asegurarme que esa rubia cabellera y esos ojos azules eran postizos. Ella dijo que su apellido era inglés, y cuando le dije que me hablara con acento británico, contestó nunca haber viajado a Estados Unidos. Tengo la ligera impresión de que la niña estaba un poquito confundida. Pero eso no importa cuando la tienes frente a ti en bikini... en serio.

Nunca me ha gustado alardear, por lo cual seré sincero: nunca pasó nada entre nosotros. La acompañé a fiestas, terminando todos los eventos me buscaba (o yo buscaba los eventos en los que iba a estar), alguna vez fuimos juntos a la playa, platicábamos de su ex novio, de mi ex novia, de cómo ella mantenía a sus hermanas ante la ausencia de sus padres, de sus planes, de sus gustos... mis compañeros de trabajo me identificaban inmediatamente con ella, y estoy seguro que habrán pensado que hicimos mucho más de lo que realmente hicimos, era "Mr. Cougar y la edecán de la Corona", bueno, la verdad es que nadie me dice Mr. Cougar, y otra verdad es que fui más como un best-friend-for-this-month para ella, aunque no puedo negar la increíble atracción física que había cada vez que "me tocaba pasar por ella" y estaba a menos de 1 metro de mí.

Se terminó marzo... se terminó el trabajo en la playa... se terminaron los eventos donde la edecán rubia de apellido inglés fuera requerida... mi ex novia me dijo que era tiempo de que regresáramos... mi celular se murió, llevándose con ello el número de celular de la edecán. No volví a tener noticias de ella, hasta aquella tarde...

martes, 11 de agosto de 2009

Are you calling me?

Are you trying to get through?
Are you reaching out for me...
as i'm reaching out for you?

viernes, 7 de agosto de 2009

Para bien o para mal

Dos de la mañana. Llegó la típica hora de la sed de madrugada, y su voluntad sucumbió ante ese jugo de naranja artificial que, después de unos 400 mililitros, no le dejó otra cosa más que sabor a medicina rancia en su paladar. "Sabía que debía tomar agua natural", pensó. Tal vez fue eso lo que le hizo recordar analógicamente el sabor amargo que le dejó aquello que había hecho una semana atrás. Irónico, ni el gran trago de agua le hizo pasar ese sabor aquella vez.

Nadie se creería el hecho de que no sabía lo que iba a suceder: parecía planeado. Él utilizó técnicas tan baratas como las de un actor de semáforo callejero, pero a fin de cuentas parecía que ella estaba tan dispuesta a seguirle el juego, que no se necesitó más esfuerzo. De su casa a aquel bar, de aquel bar a la playa, de la playa... a aquel lugar. Parecía tan fácil... realmente lo había sido. Ella no paraba de recordarle las mil veces que la había rechazado, y por lo tanto no estaba dispuesta a permitirlo una vez más... a él ni siquiera le importaba... actuaba como el más ensayado de los típicos galanes, los hombres cabrones, esos que solamente están interesados en esa única cosa. Y no le salía tan mal.

Pensó veinte veces en que ese apodo que le pusieron sus amigos, en tono de burla, esta vez le quedaba increíblemente a la perfección. Y no le desagradó tanto. Ya en acción, su desempeño -dicen los presentes- no estuvo tan mal. Halagos de un lado hacia el otro, engalanaban y hacían más sensual y placentera la reunión de dos, redondeando el evento hasta llevarles el ego hasta los cielos... y un par de cosas más. Por un segundo (sólo un segundo) por su mente pasó la imagen de alguien más... pero al llegar la inminente avalancha de besos femeninos, terminó por obviarlo y concentrarse en el momento... momento que duró alrededor de dos horas, casi sin parar. Insaciables... incansables... intempestivos... pero a fin de cuentas llegó a su fin. Como todas esas efimerías que nos ocurren a diario y que ni siquiera nos detenemos a analizar el porqué de su placer temporal. Simplemente las disfrutamos y ya. Y vaya que disfrutaron el momento. Pero ocurrió: ese indescriptible sabor amargo, que difería un poco del lip gloss que había probado durante horas de aquellos labios que se morían por comérselo... y que no despreció en lo absoluto. Necesitó agua, y lo intentó, pero no fue suficiente. Había algo que le decía no estar en lo correcto. Pero resulta un tanto difícil regresar el tiempo, sobre todo cuando has usado una caja de preservativos. Al final, se despidieron sin decir palabras... sin saber cada uno lo que pasaba por la cabeza del otro. Ella nunca leerá esto, y los que lo lean, muy probablemente no la conozcan.

Ellos, en cambio, se conocen de más de la mitad de sus vidas...

Él suele tomar un poco de jugo de naranja a las 2 de la mañana, lo disfruta por 2 segundos y después intentar borrar ese sabor que pasa de dulce a amargo, con un tanto más de agua.

Sin embargo aquella vez, a las 2 de la mañana, sucumbió ante algo más que jugo de naranja. No tomó jugo, sino la entrega apasionada de una mujer... disfrutándolo -eso sí- por más de 2 simples segundos. Lo que no ha llegado a entender, es esa necesidad de ingerir ese algo que borre aquel sabor.

Sí: incoherente moralidad de papel.