Aquel día recibí una llamada de un tal Víctor no sé qué. Decía ser de la Policía Ministerial de Tamaulipas, e insistía hablar conmigo. Me llamó por mi nombre y el puesto que ocupaba en la empresa. Más raro aún era que la llamada hubiese pasado directamente hasta mi extensión, cuando las recepcionistas lo tenían estrictamente prohibido... y no era que fuese yo una especie de Carlos Slim o Felipe Calderón, sino que eran las políticas de la empresa: "no pasen llamadas directas a los guapetones".
Hablé con el pelao' (un tanto asustado, lo admito), quien insistía en entrevistarse conmigo, supuesto encargado de la organización de eventos en la cervecería, para platicar con respecto a un robo que había ocurrido hace poco en una tienda de electrónicos, donde se encontraba involucrada una "edecán de la Corona"... le dije que la Corona no tiene departamento de edecanes, que son subcontratadas, y que yo no organizaba los eventos, que nada más me gustaba ir para ver a qué edecán me ligo, y no le pareció tan gracioso como a mí. Ya más serio, le comenté que mi labor se limitaba a la publicidad, y que los eventos los hacía otra susodicha, y fue así como pasé la papa caliente a otro departamento.
Por supuesto que fui directamente con el Abogado de la empresa y le comenté todo para que investigara entre sus contactos... al cabo de varios minutos dijo que no existía ningún Víctor en la Policía Ministerial. Acudí con las recepcionistas, para decirles que no me volvieran a transferir llamadas anónimas a mi extensión, pero ellas dijeron que el mentado poli les dijo mi nombre completo, puesto y departamento. Casi me hago pipí.
Ese día había demasiado trabajo por hacer, y salí tarde a mi hora de comida. Al regresar (tarde, también), una amiga me comentó que al salir, había un coche compacto con dos monos en él, quienes le detuvieron el paso y le preguntaron por mí, por mi coche y mi horario de salida. Casi me hago pipí otra vez.
Hablé a la caseta de vigilancia, y los compadres me dijeron que, en efecto, un señor en un coche compacto había preguntado por mí, porque le urgía platicar conmigo con respecto a un asunto privado. Bendije por primera vez el hecho de haber salido más tarde que de costumbre, no sin antes casi volver a hacerme pipí.
Al cabo de un par de horas, ya media agencia decía que andaban buscándome unos Judiciales para partirme mi mandarina en gajos... como buen teléfono descompuesto.
Finalmente, gracias a unos buenos contactos, se me informó de la situación: una edecán de las que se contrataron para los eventos de Semana Santa, se había robado una computadora... cuando la descubrieron y la pusieron bajo investigación, ella mencionó haberla comprado y tener "gente importante de testigos", dando para ello mi nombre y mi información laboral.
Les dije que la relación con ella fue meramente "profesional" y que yo no sabía nada de ninguna computadora. Desde entonces no sé absolutamente nada de ella, y afortunadamente ya no me busca ningún policía pendejo.
Ah, y también mi vejiga está contenta.
1 comentario:
Wow! Me encantó el giro de la historia.
Publicar un comentario