Creo que fue cuando aún tenía 22, tal vez 23 años, que más de un par de mis amigos dijeron "estoy a punto de cumplir un cuarto de siglo"... "estos güeyes sí que ya ruquearon"-pensé (sorry, dudes... pero en verdad lo pensé). Me sentí en la plenitud de la vida, con todas las ganas del mundo, con juventud y ánimo en mis manos y todas esas mafufadas con las que sales después de una plática de Miguel Angel Cornejo; realmente nunca he ido a una conferencia de Cornejo, pero pues más o menos me lo imagino: todos gritando "sí-se-puede-sí-se-puede!" como en partido de la selección mexicana o como en "mitin" populachero del [inserte partido político de su preferencia].
Anywho, el caso es que llega una etapa de la vida en la que te sientes grandioso, poderoso, vamos, te sientes Don Chingón (siempre me he preguntado qué se sentirá llamarse en realidad "Don Chingón"... mmm... ¿será posible? Digo, si hay por el mundo gente que se llama Masiosare Pérez, Robocop Rincón, Batman Rodríguez, pues, ¿por qué no un Don Chingón López?
Guaréver, el caso es que ya no me acuerdo de qué estaba hablando escribiendo. Ah sí, sin embargo, llega también la crisis de los veintitantos... y no es que sea una de esas personas que empiezan a mentir sobre su edad y quitarse años, a gastar al triple en cosméticos antienvejecimiento, a enojarse cuando les preguntan la edad, a salir con personas más jóvenes, a hacer cosas que desearon haber hecho 5 años antes y que ahora se ven ridículos haciendo pero no se dan cuenta, etc...
Lo que pasa es que realmente me siento como si estuviera cumpliendo el doble. Y comienza a parecerme no tan descabellado cuando mi mamá me decía "no le pongas tanta salsa a tus palomitas", con la gastritis que me cargo de vez en cuando... y comienza a parecerme no tan descabellado cuando me decían "no cargues tanto peso en el gimnasio", con el dolor de espalda baja con el que me levanto todas las mañanas... y comienza a parecerme no tan descabellado cuando me decían que "calienta bien antes de jugar fútbol", con la tronadera/rechinadera de rodillas cada vez que las flexiono.
Pero lo peor no está en lo físico, sino en lo mental. Será porqué muchos de mi generación comienzan a casarse, a tener hijos (hay casos donde ya tienen 2 o hasta 3)... y yo no tengo ganas ni dinero como para pagar una boda, un matrimonio, pagar la luna de miel, tener hijos, comprarme una casa, unirme a un club, viajar por el mundo, pagar colegiaturas de $3mil pesos al mes (que en un par de años serán 5, 10 y contando e inflando...), y bueno todas esas cosas que dicen que lo hacen a uno "feliz".
Así que más les vale que si van a comentar algo, pues comience con un "felicidades", aunque para recibir un "felicidades", me parece que primero tengo que ponerme a pensar en qué es precisamente lo que me da o podría dar en un futuro la "felicidad". Y presiento que este post debería terminar con un párrafo algo así como una promesa a mí mismo y a mi-oh-querido-blog sobre cómo voy a aprovechar la vida y vivir al máximo como si fuera el último día y que sí se puede y ya saben de esas cosas sobre las que hablábamos de Miguel Angel Cornejo, pero en verdad no se me ocurre nada.
Mmm... bueno, después de todo, creo que sí me vendría bien uno de esos cursitos.
4 comentarios:
Hola Mr. Cougar. Aquí estoy. Nunca me he ido. Gracias por pasar a saludar. Bienvenido al cuarto de siglo, que tiene sus cosas buenas.
A mí me pesaron más los 25 que los 30.
La verdad es que lo maravilloso que tiene la edad es que entre más años tienes menos te importa todo lo demás.
Un abrazo.
Papi ha vuelto ;)
Pues felicidades, ¿no? Antes que nada...
Cumplir años es natural, lo natural es inevitable y lo inevitable puede ser, pero es mejor que no lo sea, malo. Y eso es todo.
Saludos.
PD: Y usted sí que ya ruqueó, señor Cougar... yo aún disfruto de mis dulces 23... ¡ja'h!
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