Ayer me quedé observando el parabrisas trasero (¿así se llama?) de un coche, que tenía una imagen de lo que muchos llaman "La Santa Muerte", que no es más que una mezcla de la famosísima estampita número 14 de la folclórica lotería mexicana, con capa de Darth Vader y anillo del Papa Benedicto. 0K, 0K, eso del Papa lo inventé, pero pues siendo Santa, cualquier cosa puede pasar. El caso es que apenas va el primer párrafo y ya la cagué. Continuando con mi relato... contemplaba la chafísima imagen que -insisto- muchos han de ponérsela a su coche porque la confunden con Darth Vader, cuando de repente por andar en la baba casi me estampo con el mismo (con el coche, no con Darth Vader). Le saqué la vuelta y me di cuenta que la fila de coches era inmensa por un accidente que había ocurrido algunos metros adelante, en el cual una camioneta de carga iba a exceso de velocidad, golpeó a varios coches e hizo "volar" a otro provocando la muerte de una señora que ni la debía ni la temía (Fuente: Chavo que esperaba el autobús, Tampico © 2008).
Sin duda eso me hizo recordar las veces que he estado a punto de morir... como aquella vez que automáticamente iba a cruzar la calle hacia la escuela sin ver que venía coche pero fui detenido por un amigo que terminó dándome un zape, no sin antes decirme "¡pendejo, casi te atropellan!"... o por ejemplo el día que subí a un techo a colocar una lona y me apoyé sobre una varilla que no soportó mis monstruosos (!) 58 kilogramos y por poco caigo de espaldas a una altura de 4 metros... o aquella vez que estuve envuelto en una balacera entre los narcos que se creen dueños de Tampico, pero gracias a las sabias enseñanzas de Keanu Reeves pude esquivar... y cómo olvidar aquella vez que luché contra Dr. Octopus, quien casi me arranca un ojo con una de sus veloces extremidades...
En fin, a veces muchos nos creemos dioses, infranqueables, inmortales... pensamos que alguien tuvo el tino para oprimir la clave de la inmunidad como en juego de vídeo, y somos tan seguros de nosotros mismos. Otras veces se me pasa la dosis de bilis y miento madres cuando manejo, sin pensar que el que va al lado puede ser un pinche narco loco que en un parpadeo me puede volar la cabeza al carajo porque lo pesqué en mal día, y no le hice caso a la regla -tácita- del buen conductor vial, que dice: "en cualquier situación, sin importar señalamiento alguno, la preferencia la lleva el de la camioneta más grandota". Creo que es el artículo #168, no me hagan mucho caso.
Mamá, prometo ser menos mamón con la gente del coche de al lado.
En nuestro próximo capítulo: "Más ideas para volverme rico y/o famoso" (pa' que vuelva pronto...)
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