miércoles, 18 de abril de 2007

Los cinco magníficos... ¡fantabulosamente estúpidos!

¡¡¡Pfffffffffffffffff!!!

Si a alguno de ustedes se les ocurre la brillantísima idea de arrancar una hoja de un cuaderno para tirarla a la basura, muy posiblemente escucharán la -también brillantísima- frase: "por cada hoja que desperdicies, es un árbol que muere". Pues bien, como no traigo ganas de ponerme a discutir, y tomando en cuenta que soy el hermano perdido de Ecologito, supongamos que esa frase es correcta.

De igual forma, yo puedo atreverme a decir: "por cada minuto que me expongan a un programa dominical de Televisa, es una neurona que muere". Por supuesto que esta frase está basada en años y años de investigación de campo, claro, apoyada en científicos de varias nacionalidades y con IQ mayor a 165, habiendo comprobado diecisiete veces sus hipótesis de manera unánime.

Y es que, puta madre, cada vez me asombra más la cantidad de pendejadas de programa que saca Televisa; vaya, TV Azteca no se queda atrás, pero eso es otro post. Centrémonos en los programas dominicales de Televisa; es decir, olvidémonos de Muévete (al ritmo de la minifalda cabaretera de Maribel Guardia), Hoy (refrito de refrito de refrito), Nuestra Casa (refrito de Hoy), La Hora De La Papa (la que tiene en la boca Jacquie García), el Suertudo, y ni hablar de las telenovelas, donde ya se acabaron las ideas y tienen que volver a producir "Muchachitas..." (..."como tú", pa' que se vea que es Reloaded).

Desde hace algunas semanas, Telerrisa centró sus esfuerzos publicitarios en su nuevo programa "Los cinco magníficos" (en cuyo spot salen nomás cuatro güeyes, pura finura de personaje: Adrián Uribe, Arturo Carmona, el hijo del Perro Aguayo y otro mariconcito de pelo güero), tomando a su antojo espacio en cada horario de su canal, lo que en otras palabras quiere decir que les valió madre si yo estaba viendo un partido de fútbol y no soy mercado meta para sus pendejadas de shows circenses. Y bueno, lo que hace cualquier persona es decir "no lo voy a ver" y asunto arreglado. Y claro, yo dije "no lo voy a ver", y madres! a las siete de la noche ahí estoy -no por gusto, cabe aclarar- frente a El Canal de las Estrellas, atestiguando la decadencia total de nuestra sociedad, reunida en un solo show: Los cinco magníficos.

No sé cómo empezó el programa, ni me interesa. Lo que yo alcancé a ver fue que salieron Niurka Marcos (la prosti consentida de la televisión mexicana) y Liz Vega (una prosti no-tan-consentida de la televisión mexicana) en un duelo a muerte: se jugaban la dignidad de las prostis, cada quien con un acto fenomenal y de suma dificultad físico-intelectual (cada una de acuerdo con su estilo y su número de neuronas aún activas). Liz fue la primera: subió a -dicen- 19 metros de altura, para contonearse (como ella sabe) alrededor de un aro, como Dios Productor le dio a entender, mientras entonaba lo que parecía ser un tierno canto de ballena orca... con el perdón de Keiko (Shamú pa' los fresas). Se le aprecia el haber superado su miedo a las alturas... aunque para eso está la terapia, y no la audiencia mexicana... bueno, pa' qué nos hacemos güeyes, si eso le encanta al público mexicano. Acto seguido, apareció Niurka con un vestidito de muñeca enseñapompi, blanco con rojo, con bolitas, dos chonguitos, con bolotas (en el vestido), y los ojos tapados, simulando ser la cieguita que dice que apoya pa' recuperar el rating que le arrebató Bobby Larios cuando sacó su disco y se convirtió en comediante (sí, porque eso de Bobby Larios cantando, no puede entenderse más que como un chistorete de la farándula). Y que se pone a cantar la Niurka también... nonononononono, para esto yo ya había repetido doce veces "mátenme, por piedaaaaad", sin que mis plegarias hubiesen sido escuchadas. Me parece que un mono de trapo acompañó a la vedette mientras hacía su "canto" y sus contorsiones baratas. 1000 pesos al que se acuerde de la cara del mono de trapo.

Aparecieron los jueces, así como en "Bailando por un hueso", bien pipiris naisssss, con sus trajecitos, sus peinaditos y sus calificacionecitas. El jurado estuvo integrado por: Silvia Pinal (o el clon robótico de ella, no pude distinguir), Héctor Suárez, así como dos güeyes que como no hablaban bien español, la gente debía suponer que eran extranjeros consagrados y especializados en el arte y la cultura circense. Mis pelotas están más consagradas. Lo único que me dio gusto fue ver cómo le dieron con todo a Niurka con las calificacione-citas, y es más, creo que hasta la Silvis Pinal le hizo cara de fuchi cuando le mostró su "5". El público nomás ponía cara como de cuando en Chabelo te salía una espantosa "X" y ya no te podías llevar la sala de Muebles Troncoso... bah, pero de todos modos se las regalaban, pfff, así no tiene chiste, yo siempre me quedaba con las ganas de que Chabelo se mofara en su cara por no haberse ganado el premio del Oso Montes, y hasta me enojaba si les daban el premio, pos es que yo nunca gané nada (ni fui al programa), y desde chiquito traía el estandarte de la justicia pa' todos lados... bien pude haber sido notario... bueno ya qué. ¿En qué estábamos?

Ah, sí, después apareció Adrián Uribe vestido de payasito triste, luego el hijo del Perro Aguayo y su bufón con un espectáculo de no-sé-qué, todo mientras los jueces decían "sí mira le pusiste mucho corazón, nomás que te faltaron pelotas (es que hubo malabares también), pero échale ganas, esto apenas comienza, bla bla bla".

Podría también mencionar que después salieron los de RBD (para coronar tan culturosa noche), cantando lo que decidieron llamar "Himno Los Cinco Magníficos", una verdadera oda a la estupidez televisiva.

En fin, no sé cuánto tiempo pasó, pero fue una tortura para mi conocido intelecto cuasi-Einstein. Y lo peor de todo es que está de más ponerse a debatir -estilo René Franco, manis forever and ever-, en cuántos puntos de rating tuvo el programa, que si fue el de mayor audiencia, que si le ganó a Disco de Cobre de TV Apesta, que si Niurka cantó feo, que si al malabarista de leotardo azul se le cayeron las pelotas antes que al de amarillo, que si la cara de Jo-Jo-Jorge Falcón da más risa que todo el show de Adrián Uribe, etc, etc... el caso es que el programa es una reverenda porquería, un experimento más de Televisa, que después de explotar al máximo los jugosos derechos de Chespirito, Eugenio Derbez, Adal Ramones y el Honorable Sammy, ya no tiene nada más que inventar o copiar.

Pero el problema no es el que vende, sino el que compra. Esta sociedad mexicana dispuesta a aceptar el desperdicio que los poderosos le compartan. Y a eso estamos acostumbrados, a recibir lo peor... a aceptar con conformismo aquello que no nos va a llevar a nada bueno ni provechoso. Tú te burlas del que ve programas cultos, atacas al que prefiere leer, menosprecias al que no vio el monólogo de Adal Ramones, te asombras del que no vio el final de la novela, y tachas de amargado al que no le gusta la mierda televisiva que tú sí te tragas. Tú, sí tú... qué bajo has caído, teleespectador mexicano, y sigues cavando...

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