domingo, 2 de marzo de 2008

Nada normal... al menos no esta vez

"¿Qué sigue, 2008? Ahh, excelente, me encantan los años pares. El 2007 no fue un buen año, odio los años impares, tienen un... no sé, no son buenos... en cambio, el 2008 suena bien, suena a que será chido; algo tienen los años pares que me suceden cosas buenas...", comentó un amigo durante los primeros días del año en curso.
Normalmente, en lo personal, los años bisiestos siempre me han parecido agradables; se nos regala un día más de vida (o eso se nos hace creer), es un día extra para compensar un ciclo astral que se acumula durante 4 años, vaya, interesante forma de evitar complicaciones. Me late. Aunque, pensándolo bien, esta vez no.
Normalmente, febrero debería tener 28 días y ya. Normalmente, tú y yo debimos disfrutar ese último día del mes como cualquier otro, nada rutinario, simplemente de manera normal, sin problemas... vaya, juntos. Esta vez no; esta vez el día 28 me informaste de tu decisión, y trataste de hacerme entender. Normalmente, podría entender un problema matemático, analítico, capcioso, pero eso que me pediste entender, no.
Normalmente, te llamaría todos los días, te escribiría un correo, te iría a visitar para tratar de arreglar la situación. Esta vez, entiendo que no existe "la situación", sino que se trata de algo que jamás deberá volver a suceder. Y esta vez, esperaré a que pase el tiempo, el tiempo que necesitemos. Normalmente eso sería fácil... créeme, esta vez no.
Normalmente, mis ojos estarían rojos por desvelarme viendo cualquier cosa de deportes en la telvisión, o perdido entre letras y figuras que hoy vi en la computadora y que mañana ni siquiera recordaré. Esta vez no; esta vez las lágrimas han causado ese efecto, por estar presentes de manera ininterrumpida desde hace 3 días. Y bueno, normalmente lloraría por cualquier cosa, lo sabes... pero vamos, esta vez no se trata de cualquier cosa.
Normalmente, el día 2 de cada mes significaría el recordar lo feliz que soy por estar a tu lado... un día que valdría la pena por verme reflejado en tus claros ojos, una caricia de ternura, un beso, un abrazo, una de tus mil bromas, una cena, un regalo... un minuto juntos. Esta vez... lamentablemente no.
Normalmente, no aceptaría que no tengo la razón, que tú la tienes por encima de cualquier cosa que pudiese haber pensado yo mientras estaba ocupado haciéndote sentir mal. Normalmente, no aceptaría que tienes razón en decir que lo mejor es estar un tiempo separados y pensar cada quien en lo que debemos hacer para mejorar. Tampoco aceptaría que debo cambiar; me cerraría convenciéndome de que estoy conforme siendo quien soy; no aceptaría tragarme mi orgullo. Pero esta vez sí. Esta vez no seré egoísta; esta vez pondré mi plena confianza en que esto que tanto me duele ahora, significa un cachito de nuestra vida a solas, para resolver todo aquello que nos garantizará el resto de nuestra vida juntos.
Normalmente, podría prescindir de cualquier cosa o persona en este mundo. Podría perderme en lo primero que se cruce por mi andar y comenzar a vivir un círculo vicioso para tratar de olvidar. Esta vez no. Esta vez, aquello a lo que me aferro es lo único que concibo me puede completar en todos los sentidos. Esta vez no quiero que resuelvas los problemas por mí, porque yo no puedo ofrecerte resolver tus problemas por ti. Lo que sí puedo ofrecerte, es ser esa persona que esté siempre a tu lado dándote la fuerza que necesitas para resolverlos. Y más que nada en este mundo, deseo que estés aquí conmigo, pero no ahora... sino cuando estés completamente segura de que es lo que en verdad quieres... porque créeme, cuando volvamos a estar juntos, no descansaré en paz hasta saber que dediqué toda mi vida a hacerte la mujer más feliz del mundo. Y no habrá un final feliz, mi amor, porque lo nuestro simplemente no puede tener un final. No esta vez... Nunca.