Crónica folklórica satírica y simpática, con nada de temática

Ese día me levanté con el pie derecho... no porque quisiera, sino porque el martillante quejido del teléfono de mi recámara que esperaba ser contestado, me obligó a hacerlo. Eran tal vez las 11 de la mañana... y muy probablemente mis ojos terminaron por abrirse por completo hasta las 11 y media. Ni siquiera recuerdo quién llamó.

Haciendo todo lo que hace una persona que va a salir de su casa rumbo al Centro de su ciudad en pleno mediodía, terminé por cerrar la puerta y encandilarme con la luz del Sol una vez que estaba en la banqueta... en esos momentos no tenía idea de la hilarante experiencia llena de folklor tampiqueño que estaba a punto de presenciar.

Ese día decidí caminar (no tenía otra opción, gracias al incidente del jueves pasado)... y caminé... y caminé más... y seguí caminando como sonámbulo en medianoche... la diferencia es que era mediodía y el maldito calor era insoportable... y fue así como llegué a la bendita, honorable y siempre-llena-de-buena-vibra oficina del Registro Civil del Gobierno del Estado de Tamaulipas.

Romeo: Buenos días, disculpe... ¿Qué necesito para conseguir un duplicado de un acta de nacimiento?
SeñoraAmargada: ...
Romeo: Disculpe-
SeñoraAmargada: (Pone cara de ocupada) Ahorita te atiendo.
Romeo: Ah... gracias... (pone cara de "¡Llevo prisa, bitch!")
SeñoraAmargada: (Después de 3 minutos de hacer nada) ¿Sí?
Romeo: Mmm... ¿Qué necesito para conseguir un duplicado de un acta de nacimiento?
SeñoraAmargada: ¿Traes copia?
Romeo: Sí.
SeñoraAmargada: Son 44 pesos.
Romeo: ("Oh, qué fácil y rápido, ya me voy, este servicio burocrático en verdad ha mejorado") Aquí tiene... (muestra un billete de 200 pesos)
SeñoraAmargada: ¿No traes cambio? (con cara de "no te lo voy a cambiar")
Romeo: Mmm... no... (con cara de "ni pienses que voy a ir a cambiarlo")
SeñoraAmargada: Pues no te puedo cobrar, ve a cambiarlo... tengo puros de 200, todos los que vienen me ven cara de banco, ¿qué creen que soy? mira... (muestra el interior de su caja registradora)
Romeo: (Maldice por dentro) OK...

(Va a la tienda más cercana con la intención de comprar unos chicles-goma-, sin éxito porque "tampoco tengo cambio, m'ijo". Maldice de nuevo. Va a una papelería, donde compra un chocolate de esos que dice la tele que tienes que comer cuando tienes poco dinero, poco tiempo y mucha hambre/antojo/lombrices/ganas de gastar/intenciones de que te salgan granos en la cara. Paga y consigue su cambio. Se guarda el chocolate en el bolsillo izquierdo de su pantalón y regresa a la oficina gubernamental.)

SeñoraAmargada: ¿Ya?
Romeo: ("No, imbécil, todavía no, nadamás vine a saludarte") Sí... aquí tiene... (le paga con 50 pesos)
SeñoraAmargada: Ajá... (entrega el acta y el cambio)
Romeo: Gracias... (sale de la oficina y se va rumbo a su casa)

Y bueno... pues seguí caminando... y caminando... y caminando... con el sol sobre mi mollera... admirado por esos detalles que resaltan lo folklórico del dauntaun de mi ciudá... que si los músicos de xilófono... que si la gente cruza la calle cuando el semáforo peatonal está en rojo... que si se te acerca un vendedor charlatán... que si te piden una limosna en cada esquina con receta médica falsa en mano... que si las palomas que esperan ansiosas sobre las ramas de un árbol para tirarte sus florecitas... que si paso entre la gente intentando hacer lo mismo que el vocalista de The Verve en su vídeo Bittersweet Symphony... que si lo que consigo es empapar mi camisa de sudor ajeno... que si se me queda viendo una chava... que si se me levanta el ego... que si se me queda viendo un gay... que si me enojo y se la miento e inmediatamente busco mi reflejo en el espejo de un coche para ver si traigo algo en la cara... que si una señora está barriendo con agua el frente de su casa... que si me barre los pies y ensucia mis tenis blancos... que si paso por una tortería y me da náuseas el olor... que si la cumbia... que si la gasolina... que si chacarrón macarrón... que si de reversa, mami... que si me tropiezo con una alcantarilla y volteo a ver si alguien se dio cuenta... que si paso por una cantina donde huele a restos de la cerveza mexicana más vendida en el mundo transformada en ácido úrico... que si una señora tira agua desde el segundo piso... que si se me antoja un trolelote... que si los CDs piratas... que si el olor a tacos por aquí y por allá... que si los niños que salen de la escuela... que si el tráfico es horrible mientras que dos oficiales de tránsito pierden su tiempo platicando como comadres de vecindad... que si se me pierde la mirada deambulando sin sentido hasta encontrarme de regreso en la puerta de mi casa...

Tomo las llaves, abro, entro, cierro. Me dirijo a la computadora para hacer cualquier cosa. Me asombro por la cantidad de personas de mi lista de contactos que tienen en su nickname un pedazo de la nueva canción de los Kumbia Kings (qué nais, eh...). Pienso en la demostración de cultura de la cual acabo de ser parte. Algo viene a mi mente... ¡¡¡El chocolate!!! ahhhhh... el chocolate se derritió... :-( al fin que ni quería...

Confirmado: los "pichones" son iguales en todo México... y las bancas de la Plaza Central también.
Fotografía tomada y patrocinada por: