Q.E.P.D. Mr. Cougar

Juar juar, antes me daba miedo escribir/decir/pensar en eso... ahora creo que se vería requetechido una esquela enorme en el periódico... claro, nadie en la localidad sabría que se refiere a mí... aunque tal vez quien lo sospeche no tendría duda de que se trata de mí. ¿Alguien entendió lo que dije? Yo no. Pero bueno, basta de sueños guajiros, volvamos a lo común y ordinario, que fue lo que me trajo aquí y por lo que surgió ese título que habrá entusiasmado a más de uno.

¿Y qué puede ser tan común y ordinario para alguien que maneja todos los días *casi* con la misma prisa que un taxista que siente que le van a ganar al pasajero que le espera (con prisa también) en la próxima esquina? Un choque. Y es que ayer fue un buen día... excepto por ese pequeño detalle (detallito que le costará al provocador $9,047.41 pesos, según el presupuesto del Jefe de Hojalatería de Nissan Altamira [porque la de Tampico {que está ubicada en Cd. Madero} no se lleva con la aseguradora ING Comercial América]... sencillito).

Abro un paréntesis (otro) para hacer referencia a lo que acabo de escribir y que he releído en este instante. In-cre-í-ble, amigos. No había visto una triple apertura de paréntesis desde aquellas monstruosidades que se nos aparecían en sueños gracias al Álgebra en cuarto semestre de preparatoria (o sea, hace 4 años). Y fue precisamente en este blog (y con la ayuda de mis "elocuentes" debrayes) que he vuelto a presenciar este magnífico espectáculo.

Después del debraye, pasemos al morbo: Iba su no-tan-servidor por una avenida, que si bien es muy transitada, no tiene camellón; es de 6 carriles y obviamente 3 en cada dirección. Pues resulta que el niño bien campante va por el carril de alta y al querer dar vuelta hacia la izquierda es impactado por semejante bólido de marca gringa (tenía que ser), cuyo no-tan-inteligente-pero-sí-audaz conductor pretendía rebasar (o "arrebasar", como dice la gente náis) por el carril de alta en sentido contrario... qué hábil. El chistecito cuyo valor ya mencioné incluía: el faro delantero izquierdo, salpicadera del mismo lado, llanta con copa, defensa, misma que al moverse por el impacto rompió el empaque que aseguraba el faro derecho, así que de una vez ahí va...

Y bueno... lo que más me llamó la atención no fue precisamente el mismo choque, de hecho no hubo susto, ni siquiera me asombró el que no quisiera aceptar la culpa el otro güey, tampoco lo molesta que puede ponerse mi hermana contra una persona (y las palabras que le dijo); es más, no me molestó tanto haber estado esperando 1 hora bajo el fuerte y bochornoso sol tampiqueño con camisa negra, tampoco estar convenciendo al señor aquél (dos veces) de que la culpa fue de él, ni el esperar el dictamen del ajustador de la aseguradora, ni levantarme hoy a las 8 de la madrugada para esperar durante media hora en la misma aseguradora... ni siquiera las dos horas que estuve en la agencia para que el señor Eutiquio Villagómez (jajajaja, es neta, así se llama el pobre) me hiciera el presupuesto y acordara con la aseguradora el pago... uy... y por si fuera poco tuve que escuchar esta basura mientras hacían la factura en la recepción y ni eso me molestó tanto, ni el hecho de que después fui a la oficina de mi papá, el lugar donde hasta con payaso te aburres, y otra hora ahí encerrado, sin haber desayunado; es más, no fue tanto el horroroso sabor residual de la Pepsi Light que me salió de la máquina cuando yo escogí Seven Up... ni las gorditas de papa que pedí y que se transformaron al llegar a mí extrañamente y en manos de la mesera en papahuevoqueso (no lo intenten en casa)... ni que se me hiciera tarde para platicar con Ceci (que sí me preocupaba)... ni que me fuera a quedar sin mi coche toda la próxima semana... ni el perro chihuahueño con una Livestrong en el cuello (debí haber llevado mi cámara)... en fin... todo eso se me olvidó cuando, de camino a casa, en una de esas veces que piensas cualquier cosa, me di cuenta que si no hubiera dado el volantazo hacia la derecha, producto de mis reflejos de gato (o puma, para levantar mi ego), en este momento no estaría aquí escribiendo mi "grandiosa hazaña"... después de haber contado todo el día de ayer mi historia tan quitado de la pena, precisamente ahora me voy dando cuenta que el impacto que hubiera recibido, habría sido fatal pues hubiese pegado de lleno en la puerta del conductor, pasando a un segundo término, por la velocidad en que iba el susodicho, el detalle del cinturón de seguridad (que sí llevaba, cabe aclarar).

Miauuuuu... digo, "wow".

Posó para la cámara de Espacio en Blanco:
el carro del Cougar (y no es pleonasmo, me refiero a mí),
antes del siniestro y con un poco de maquillaje Photoshopero.