sábado, 23 de diciembre de 2006

"Pinche Santaclós"

Dícese del nombre comercial que le pusieron los gringos al viejito barrigón que nos trae los juguetitos ("ese gordo es puro a-mo-o-ooorsss"), porque decían que, o seaaa, "San Nicolás" cero fashion y nomás no.

Y no es que critique que en México haya más güeyes vestidos de Santa Claus que políticos honrados, digo, eso es incumbencia del Santa, que cede sus derechos no-tan-reservados a cualquier panzón barbón, aunque pensándolo bien, no necesitas barba real ni panza real para ser Santa Claus. En pocas palabras, hoy en día cualquier pendejo la hace de Santa Claus. Ah, pero buenísimo el comercial de [no-sé-qué-marca] en el que un niño le dice a su mamá: "en la escuela me dijeron que mi papá es Santa Claus"... mientras la mamá guarda silencio para después preguntar temerosa: "ahh... ¿sí?... y... ¿tú qué piensas?"... a lo que el chamaco contesta: "pues está bien... que mi papá sea tan bueno como para poder recibir todas esas cartas de tooodos los niños del mundo y regalarles los juguetes que quieren". Bueno, yo soy malísimo contando comerciales, pero les juro que está buenísimo el comercial... aunque dicen que si no te acuerdas qué marca anuncia un comercial, entonces no puede ser buena publicidad... aunque podría ser que lo que anda mal es mi memoria, pero, oh, queridos y distinguidos-pero-no-tanto-como-yo lectores, eso se ha ganado a pulso un lugar dentro de la prestigiosa lista de... ¡¡¡las 123,456 cosas de esta vida que me valen madre!!! (fanfarrias a todo lo que da).

En fin, pues que me acuerdo de cuando estaba en la primaria en la posada del colegio con mis 3 amiguis esperando a que llegara Santa Claus; quisiera decir que era un pequeñito de 1er. año con tan sólo 6 añitos, pero nooo, ya teníamos como diez añotes y todavía creíamos en el panzón barbón, interpretado por el (panzón sí, pero barbón no) hermano de la directora, Don Daniel... o Don David, no recuerdo, creo que ese era el de la Cooperativa, pero aquél era algo así como el Sacristán, claro, si hubiésemos estado hablando de una iglesia, así que no sé realmente qué puesto tenía en el colegio, pero se corría el rumor entre el alumnado de que ese Don ya quería que se muriera la directora, Doña Ruth, para quedarse con toda su herencia, dado que aquella no tenía hijos, y -se decía- reinaría en el Oh-Sagrado Imperio del Colegio Alborada por los siglos de los siglos, y ¿qué creen? Sí, ya me salí del tema otra vez. Los veo en el siguiente párrafo.

Pues sí; el chiste (local) es que, todos los años, ya casi para terminar la posada, ya cuando los chamacos le habíamos dado en su mami a la piñata, nos habíamos acabado los dulces, dejado intacto el "lonche", abierto nuestros regalos, cantado villancicos, y dicho "la traiiis" como diecisiete veces cada quien... llegaba lo esperado... el invitado especial... ¡¡¡Santa Claus!!! A decir verdad, se veía que le habían echado ganas a la calidad del traje... habrá sido eso o que de niño te crees todo, pero en verdad era una buena réplica de Santa Claus el tal Don Daniel. Y en eso comenzaba su larga travesía: iba con su listita en mano, primero con los niños de 1er. año, luego los de 2do. (no tengo que decir el evidente orden, ¿verdad?)... y pues para eso, nosotros (o sea, mis 3 amiguis y yo) veíamos cómo iba repartiendo a diestra y siniestra, para los niños: Caballeros del Zodiaco, GI Joes, He-Mans; para las niñas: Muñecas Comiditas, Cabbage Patchs, Polly Pockets, Barbies; y uno que otro Winnie The Pooh para los mariconcitos en potencia. Y llegó el momento esperado dentro del momento ya antes esperado: nosotros, los de 5° año: los grandotes pero no tan engreídos como los babosos de sexto que en lugar de jugar canicas se iban a perseguir niñas, quién sabe para qué -decíamos nosotros-. Y Santa Claus se nos quedó viendo, y nosotros a él (bueno, a su costal), y él a su lista, y nosotros a él (sí, sí, sí, a su costal)... ¡y siguió su camino! ante la mirada incrédula de nosotros que nos quedamos perplejos por no haber recibido nada... segundos después, Nino, uno de mis mayamiguis, pronunció las palabras más sinceras del día: "Pinche Santaclós". Entonces la maestra se dio cuenta de nuestra desilusión y, cuando el insultado terminó de repartir los juguetes, le habló para que nos diera algún juguete. Y sí, ese día recibí un carrito de plástico barato con un Topo Gigio mal pintado como chofer, de no más de cinco centímetros de largo. ¡De haber sabido que todos los juguetes eran regalos que los papás compraban y dejaban en la escuela para que el panzón los repartiera durante la posada! Supongo que me enteré tarde... cuando al llegar a la casa le dije a mis papás que Santa Claus había sido bien OGT conmigo, y vi sus caras de "ups, la cagamos". Y sí, esa noche dormí repitiendo la sabia frase de mi compadre Nino: "Pinche Santaclós".

¡¡Ahhhh!! No, no, no, ya me acordé, Don David y Don Daniel eran algo así como que gemelos, o no sé, pero eran i-gua-li-tos, y uno era el malvado -decíamos nosotros- y era el que quería quedarse con el Imperio del Colegio Alborada; y el de la Cooperativa era Don Noé, jaja, cómo olvidarlo, cuando estábamos en kinder, les hice creer a dos niñas que su nombre era "Donohé" jajaja pobres mensitas... entonces, las dudas que me quitarán el sueño esta noche, serán: ¿quién era el hermano malvado? ¿se habrá quedado con el Imperio? ¿existe Santa Claus? ¿qué pedo con la niñez de hoy? Sí, ¡¡¡¿QUÉ PEDO?!!!

Acompáñenos en el próximo Chiste Local, para ver si Mr. Cougar resolvió el misterio (que debería, porque el dichoso Colegio queda a dos cuadras de la casa)... mmm... gracias, y vuelva pronto.

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