Nostalgia primaveral

Helos ahí: inmersos en la fría noche de primavera. Admirados por el esplendor de la luna llena; alumbrados por el reflejo del cuerpo celeste sobre el helado mar de aquella hermosa playa.

Esa noche no están todos, pero son mayoría. La virilidad se hace presente en sus conversaciones. Son cuatro, y no seis como deberían. Uno está en Veracruz, a varias horas de aquel lugar descrito. Otro, en un café, cumpliendo compromisos tal vez no deseados. Pero eso ya no importa. El momento se vive, son cuatro y no serán más que cuatro esa noche.

Admírenlos ahí. Bajo una palapa. Tratando de descifrar el mundo y todo aquello que implica relacionarse con los demás habitantes del planeta; cada quien en su entorno, cada quien desde su perspectiva.

"No te proyectes". Perspicacia, suspicacia, misteriosa quietud, afición por el metal, gusto por la destrucción sin sentido, un racional análisis para todo, simple y compleja psicología... "Cares".

"Lo que salga de tu mano y lo que salga de tu boca, es tu pedo". Rara filosofía, incomprensión, gusto por la animación japonesa, el toque virtual... carácter delicado, moralismo en potencia, tan poca experiencia y tanta sabiduría... "Mosme".

"No me estoy proyectando". Intelecto... literatura y demás artes emanadas con facilidad. Pasión por lo que gusta y hace. Admira la belleza y todo aquello que da placer a los sentidos... libertad... "Ruy".

"Lo hago por convicción". Imperfección, problemas sentimentales, sinceridad y honestidad, cruda manera de decir las cosas, sarcasmo, difícil personalidad. Niega rotundamente su evidente elitismo... lamenta no poder vender todo aquello que tiene a su alcance... es el mercadólogo... es el que falta.

Y en efecto, se divierten tanto que lamentan no poder vender todo aquello que les sucede como un show de televisión al puro e inigualable estilo de Seinfeld, el no poder crear a tan fabuloso personaje llamado "Mosme", cuyas emplumadas aventuras sobrepasarán la barrera de la cordura.

También juegan al crítico. Se burlan de cuanta cosa suceda a su alrededor. Tratan de determinar el motor del mundo, intentan resolver los problemas menos imaginables que tiene el universo; buscan aquella idea que resuelva todas sus dudas acerca de la vida. Todo en aquel delicioso ambiente de ironía.

Y, ¿porqué no? Nunca está de más hacer un intento por comprender al sexo opuesto (sin mucho éxito). El tratar de investigar porqué les gusta tanto sufrir para gozar en una relación; o determinar si el hombre emana algún tipo de hormona especial cuando está comprometido, que atrae a las mujeres más que de costumbre; incluso algunos melancólicos... lamentándose de estar tan lejos de su amada.

Esa noche son bohemios a su manera. No necesitan nada más que a ellos mismos. Porque son verdaderos amigos. Esa noche de frío que les hizo cargar con la hielera llena de cervezas de regreso al coche, para escuchar música plástica que no se salvará de ser criticada por todos y cada uno de ellos.

Esa noche terminarán sus cervezas y hot dogs y se irán a casa de uno de ellos a jugar Worms, no sin antes pasar al café por uno de los que falta: "Küis". No necesitarán un antro, ni música estúpida y comercial que les narre la bella historia de una señorita a quien le gusta un hidrocarburo procesado que monopoliza PEMEX; tampoco se preocuparán porque sus coches no son modelo 2005 o porque no poseen un sonido ensordecedor, una calcomanía de miedo o un mofle que haga ruido. Porque esa noche son ellos mismos.

Y mientras tanto, permanecen ahí: tan amigos como siempre, tan incompletos como muchas veces, tan satisfechos con tan poco en sus manos, y con tanto en sus mentes, mismas que se arrebatan por expresar su pensamiento: tan propio, tan personal, tan inimaginable, tan profundo pero a la vez tan sencillo, tan racional, tan concreto y tan inverosímil.

Tan... tan.